Entré en Inefc en 1992 y el 1993 pasa el tren de la oportunidad: el único gimnasio en Sentmenat se traspasa. Jóvenes, decididos y con vocación, nos liamos la manta a la cabeza. Primero hay que obtener el traspaso y lo hago descubriendo una capacidad negociadora que desconocía.
Era una apuesta arriesgada. El local, de la bodega de Sentmenat, era un cuchitril espantoso. Una nave con el techo de uralita, con las mínimas divisiones del espacio y con grandes carencias, que tenía previsión próxima de ser demolido.
La bodega nos aseguraba dos años y a mí me parecía tiempo suficiente para empezar y experimentar la viabilidad del proyecto.
Con un crédito de 3.000.000 de pesetas le lavamos la cara, cambiamos las máquinas de musculación y pagamos el traspaso que habíamos negociado y un 20 de marzo de 1994 abrimos las puertas de nuestro centro que siguiendo la tendencia del momento denominamos por mi nombre de pila: GIM GEMMA.
El día de la inauguración se hizo una cola de gente curiosa, algunos de los cuales ya se inscribían y empezamos a andar!
EL PRIMER EQUIPO.
Manel, mi pareja, ofrece Kárate y yo me ocupo del Fitness y la gimnasia artística. Él tenía alta formación y gran vocación por este arte marcial así que inicia la práctica en Sentmenat y transita el camino hacia el logro de nivel de sus alumnos. Lo hace con los principios morales y físicos que este bello arte requiere.
Pronto se incorpora Anna Jordi.
Nos conocemos en el Meta Esports y me sigue en Sentmenat. Ella fue durante muchos de años un pilar fundamental para mí, una profesora estimada y reconocida y una buena amiga. Se ocupaba de dar clases de tonificación, de Step y de aeróbic y lo hacía con su propio estilo que gustaba y mucho a las personas.
Un día entra por la puerta una chica que dice ser bailarina y que necesita mejorar la flexibilidad. Era Anna Soriano. Anna era pura energía positiva, era ritmo, era trabajo, era resolución y muy pronto le planteo que se prepare profesionalmente para ayudarme en las clases tanto de niñas como de adultos. Y lo hace. La recuerdo dirigir sus primeras clases y como y de qué manera evolucionó hasta acontecer una instructora de alto nivel tanto profesional como humano. También fue una pieza clave, en aquellos inicios, en la base de aquellas pequeñas gimnastas que iniciaban el camino. Pero lo mejor de la Anna era ella misma. Su amistad. Aportaba aquella fuerza y seguridad que te impulsa y aquel apoyo que sientes incondicional y para siempre. Estaba en las clases, las excursiones y los entrenamientos en Inefc y más tarde en las competiciones. Ella es presente en todos los recuerdos de aquella época. Fue mi mejor amiga y un gran apoyo durante muchos de años.
Más adelante -y cuando la edad le permite- incorporamos a Laia Casoliva. Era mi Laia, la hija de mi prima y sentía un profundo amor por ella. Era mi familia. Laia se había formado en Eulàlia Castañé y había logrado un alto nivel técnico y de competición, así que aportó la posibilidad de subir el listón de nuestras aspiraciones competitivas. Altamente técnica y disciplinada, muy eficiente y suficientemente joven para conectar con las niñas, resulta una pieza clave y fundamental en el proyecto.
Aquel primer equipo, formado por personas que comparten vocación y vida acontece un éxito y todo, absolutamente todo, evoluciona positivamente.