Recuerdo perfectamente la conversación, sentados en un banco de una calle cerca de casa.
Manel, brillante y vocacional profesor de kárate, y yo, cada vez más enamorada del ejercicio, decidimos que seguiríamos un plan para poder, un día, abrir un gimnasio.
Él seguiría su formación en Karate y yo me formaría en lo que, escandalosamente de moda, se imponía por todas partes. El Fitness, en todas sus disciplinas.
Si algo tengo claro, es el valor de la formación. Uno debe ser y hacer lo que domina y para dominar se debe seguir un plan de estudios. De todas las formaciones posibles elegí la más "legal" la que más salidas tenía y también la más difícil. Los tres años de cursos de entrenadora de gimnasia artística femenina.
Resultaba atrevido porque yo lo más que había hecho en mi vida, de gimnasia artística, eran aquellas verticales y puentes de las "monjas"
¿Pero que hay imposible para Gemma de 20 años??
Para entrar en los cursos necesito BUP (no lo tengo) y necesito pasar unas pruebas físicas con ejercicios en la barra de equilibrio, paralelas, suelo y potro.
Lo primero es intentar que me reconozcan los estudios que sí había hecho (peritaje mercantil), y salgo adelante.
Lo segundo es practicar esa gimnasia y el club más cerca está en Castellar.
La primera vez que me subo a la barra de equilibrio se apoderó de mí un vértigo que era incapaz de andar. En ese trasto infernal, tenía que hacer ruedas, verticales, giros, equilibrios y otras filigranas que a mí, de repente, me parecieron posibles sólo para seres no humanos.
No hablemos de las paralelas. Sentada sobre la barra tenía que dejarme caer atrás y rodar. Mi cerebro hizo una negación terca hasta que me empujaron. El mareo provocado por la adrenalina me duró el resto de la clase. Salí de allí pensando que quizás, sólo quizás, eso no estaba hecho para mí. Una vez puesta sobre la mesa la dificultad versus el objetivo decidí que debía intentarlo.
Y hacia Eulalia Castanyé, un gimnasio elitista de Sabadell con mucho nivel de gimnasia.
¡Aidé! A ella debo agradecer casi todo. Su paciencia, estrategia y amistad consiguieron el milagro de llegar a realizar todo lo que me pedían para entrar en los cursos.
Y entré!! Si!! ¡Aquella fue la primera de las victorias que parecían imposibles por la Gemma de cala Quiqueta que parecía destinada a vender electrodomésticos para siempre!
Paralelamente a los cursos ya empiezo a trabajar. El Club Natació Caldes, la escuela, y el GIMNASIO MONTSERRAT, de Carme Valero (olímpica), con mi primera compañera... La Fina.
Y de repente EL META ESPORTS.
Un día, pasando por delante de ese nuevo y magistral centro, decidí entrar a buscar trabajo. Su director técnico, Omar, me dijo "no necesitamos a nadie"
ya iba a salir cuando me giré y le dije" -
-Trabajaré gratis
- Si al final del mes, consideras que me merezco la paga, hablaremos de nuevo.
Estuve allí tres años cobrando desde el primer día. Tres brillantes, duros, divertidos, apasionantes, dolorosos años, donde aprendí mucho sobre la vida, el mundo, la gente y también y, sobre todo, el oficio que había escogido para siempre
También supe que, decididamente, apostaría por mi propio proyecto