Cuando el camino de la gimnasia artística se dificulta hasta hacerse imposible, es necesario dar un paso al lado y dejar el club en otras buenas manos.
Un día, entra por la puerta del centro una chica bonita y dulce, rubita, con unos ojos azules tiernos y que emite una energía blanca increíble. La Carmeta.
Aparece para solicitar información sobre las actividades y horarios. Quiere entrenarse.
Viene de Valencia y vive muy cerca, tanto que podríamos considerarnos vecinas.
En esas charlas cordiales habituales entre nuestros usuarios me cuenta que es profesora de danza, psicopedagoga y educadora social.
¡Pronto le hago una propuesta! ¿Quieres hacer danza en el centro?,
y éste, amigos es el principio del largo camino de ocho años que, con paciencia, buen trabajo y acierto ha derivado en una escuela de Danza que puede ofrecer nivel y rigor profesional y pedagógico.
Nunca me ha dado pereza empezar, ni me da pereza el camino. De hecho, podríamos determinar que es en el camino en el que encuentro la motivación y la satisfacción.
Carmeta toma el proyecto que en un primer momento comparte con un compañero, Juan Carlo. Muy pronto lo asume en soledad.
Una de las niñas que asisten a las clases de Carmeta es Julia, mi hija pequeña.
No sé si fue Carmeta, si fue la música, el baile, el movimiento, pero Julia se engancha a la danza.
El camino de Julia va paralelo al crecimiento del proyecto.
A medida que Carmeta sube nivel Julia crece como bailarina hasta el punto de decidir dedicar su vida profesional a la Danza.
Una vez aprobada la selectividad dedica dos años a su formación como bailarina profesional para pasar después a ser una de las afortunadas en tener una plaza en el instituto del teatro en la modalidad de pedagogía de la danza.
Un día, Julia se incorpora a la escuela como profesora, haciendo equipo y piña con Carmeta.
En el proceso de crecimiento de la actividad han pasado tantas cosas..., incluso Carmeta ha sido madre de Marc, pero aquí están, haciendo crecer la danza en Sentmenat, aportando con su talento y buen trabajo una oferta de cultura y danza de calidad.
¿Cuál es la fortaleza del proyecto? ¡Ellas!, su forma de ser, sus valores, su interpretación de la danza, cómo interactúan, cómo educan y cómo lo hacen a través de esta herramienta poderosa y valiosa.
La danza en el centro se imparte y es cómo son ellas.
Y ellas son buenas personas y profesionales.
Hoy el vínculo que nos une a todas es sólido y familiar y compartimos este valioso espacio que nos permite hacer cosas buenas. El centro se ve enriquecido por esta actividad que aporta cultura y movimiento a niñas, niños y jóvenes.
Pero ellas tienen su proyecto. Deciden y organizan, bailan y educan a su manera joven, personal y profesional.
Y todo lo hacemos desde el amor y el respeto que nos tenemos unas a otras.