Lo dicen y seguramente tienen razón.
Todos venimos a este mundo a desarrollar alguna tarea. No siempre es fácil, no siempre es pronto que descubres los talentos que te han sido otorgados y encuentras un camino para desplegarlos y ponerlos al servicio de la vida y el mundo.
Tenía poca edad cuando descubrí el poder de la actividad física y el deporte. Era joven cuando inicié mi formación profesional en este ámbito y ya adulta -con familia- cuando decido que éste es EL CAMINO y estoy dispuesta a seguirlo hasta las últimas consecuencias.
De niña recuerdo esos patios de la escuela con juegos activos, incluso algo salvajes. Moros y cristianos, pilas de gente, indios y americanos, puño media manga, arrancar cebollas... ¡Ostras! ¡Qué suerte tuvimos, cómo nos divertimos!
Recuerdo las batallas campales de niños contra niñas por el control de la única pelota del patio. No hubo muertes de milagro!! ¿Y en casa? Los experimentos con LA VERTICAL tuvieron alguna consecuencia nefasta. Que se lo pregunten a mi hermana Maria Antonia... o a mi madre, Conxita, que harta de ver revolcones y de avisarnos de que ibamos a acabar mal, remataba nuestros llantos (resultantes de nuestro juego) con un buen aplauso en el culo. Así que no es de extrañar que el primer deporte que practico de forma exitosa y muchos años sea EL KARATE! Yo ya apuntaba maneras.